lunes, 18 de febrero de 2013

New year. New skin.


2012 + 1. En realidad nunca fui supersticiosa pero, por-si-aca, no paso por debajo de ninguna escalera ni doy la sal en mano. Toda precaución es poca, y más dada mi trayectoria.

Así empezó el año, arriesgándome, con el corazón en un puño y el estómago encogido acojonado y acobardado en un rincón de mi cavidad interna corporal. No sé si va a ser la tónica general del año pero aún no me he desecho de esa sensación de vértigo inconsciente que me hace caminar deprisa y a un palmo del suelo, que me tiene el corazón contento y lleno de alegría, que hace que me suden las manos mientras cientos de animalitos minúsculos e imaginarios están de rave en mi interior, que me lleva de llorera en llorera como si fuera algo normal en mí.

Todo va a toda hostia y eso, la verdad, no ayuda. En un abrir y cerrar de ojos, Marzo. ¡Venga coño! El trabajo, la familia, los amigos, el amor... Todo parece ir desbocado hacia delante. ¿Qué está pasando? No lo sé y el nudo en la garganta no me deja pensar con claridad aunque, bien pensado, ¿quién necesita pensar?

El caso es que ya no estaré sola nunca más. Siempre tendré mi principito en la espalda para disfrutar juntos del silencio.

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