jueves, 16 de julio de 2009

De piscina y cañas


Es la primera vez que vivo este verano. Cada día laborable me levanto para ir a trabajar. No es como en invierno porque cuando me levanto ya ha amanecido y el calor empieza a hacerse hueco entre asfalto y trenes de cercanías.

Las 8 horas por contrato van de la siguiente manera: esperar. Esperar a que entre algún mail. Esperar a que alguien llame por teléfono. Esperar a que el jefe venga. Esperar a que lleguen las 6 menos 10. Esperar a que llegue el 6 de agosto...

Y luego llega la vida. Tardes de piscina y cañas, de preparativos, de ensoñaciones ferroviarias.

Qué bien...

Los fines de semana son más largos que nunca. Con 900 km de por medio, el tiempo se estira como chicle y el espacio se transforma, como casi siempre, a mejor.

Mientras tanto, música, música y más música. Kings of Convenience, Flaming Lips, Billie Holiday, Dusty Springfield, Joan as Police Woman, Wilco...

Intento no pensar en las cosas que han pasado recientemente. Claro, no soy infalible, fallo y caigo en la melancolía pero siempre tengo a quién llamar en momentos así. Menos mal.

También hay temas en los que yo no pienso pero que acaban estando presentes en las conversaciones como, por ejemplo, qué le pasa a mi vida sentimental. La respuesta es clara y meridiana "¿Qué vida sentimental?". Hay dos personitas por ahí que se preocupan de esto por mí. Yo ya ni me acuerdo...

Siento el corazón, no sé, como envuelto en telarañas y clavado en un palo de madera, rollo zarajo, casquería frita. Inservible caparazón duro y viejo que en su momento fue blandito, calentito y explosivo, pero ahora......... Pobrecito. Yo no lo he buscado, no lo quería así, simplemente ha sucedido. Bien es cierto que si lo analizo me desmoralizo pero con no hacerlo muy a menudo, asunto resuelto.

Mentiría si dijera que no me preocupa lo más mínimo pero tampoco sé muy bien qué hacer para cambiarlo, así que... ¿Alguien tiene fuego?

foto: flickr/cohetes naranjas