sábado, 9 de marzo de 2013

Feliz día de la mujer


- Tronca, me parece surrealista.
Le dijo a su mejor amiga mientras sonaba una canción de los Smiths.
- Si no lo pilla después de esto es que es un poco lerdo... O no lo quiere ver. Si eso le hago un dibujo!
Y es que nunca es sencillo, el amor. La sutileza se diluye con las prisas y todo se vuelve urgente después de una experiencia tan traumática como la que había vivido hacía un año por esas fechas.

Muchos meses en el hospital, mucho dolor, mucha anestesia general que, en su opinión, le había dejado el cerebro "un poco tocado" y la sensación de que hay que tomarse la vida de otra manera, más de cara, más directa, sin rodeos. No sabemos lo que vamos a durar. Es un "last minute" constante que acucia y aprieta a tomar las riendas del asunto sin dejar nada para mañana.

Pero no lloraba por eso. Si antes de ingresar en el hospital siempre había sido una chica muy práctica, muy de ciencias, ahora lo era más. Por eso no entendía esos lloros sin venir a cuento, esas taquicardias. Empezaron un día cualquiera, al salir del trabajo. Ni si quiera había sido un día especialmente tenso en la oficina, no más que los demás, al menos. Pero salió de allí con un nudo en la garganta y unas irrefrenables ganas de llorar sin saber muy bien por qué. Ni la música a todo volumen de sus auriculares ni las conversaciones telefónicas con su mejor amiga le fueron de mucha ayuda. Solo una hora de clase de baile logró calmar un poco la tormenta que se avecinaba.

Cuando salió de clase se sentía tan feliz, tan llena de fuerza y esperanza, que empezó a pensar si no se estaba volviendo un poco bipolar.
- ¿Me estaré volviendo un poco bipolar?
Se preguntaba mientras volvía de clase a casa en el autobus siguiendo el ritmo que marcaban sus auriculares con los pies y casi con el cuerpo entero, con ganas de ponerse a bailar allí mismo, en medio del 34, y de gritar y de saltar y de cantar en voz alta alguna canción de Florence and the machine.

No le duró mucho aquella sensación. Llevaba toda la semana "poco fina" psicológicamente hablando y es que llevaba desde el fin de semana anterior haciéndose ilusiones respecto al fin de semana siguiente. Un buen concierto, un gran acontecimiento musical y él iba a ir también. Por fin! Una ocasión para verle fuera de su fortaleza carabanchelera de la que no salía ni con agua caliente. Qué cruel es el cerebro cuando se pone, qué invento del demonio eso de la imaginación y de hacerse ilusiones. Pasaba las noches inventando cien situaciones distintas de cómo sería aquel concierto. Las conversaciones que tendrían, las miradas, los bailes, los roces, el contacto accidental a causa de la gran acumulación de gente, las palabras al oído por el volumen atronador de la música, la serotonina (sintética y natural) corriendo desbocada por el torrente sanguíneo... Todo ello para desembocar en un único y mágico momento, el beso. El primer beso, tierno pero con la fuerza de las ganas contenidas durante tantos meses. Luego se dormía y soñaba con cualquier chorrada sin importancia que olvidaba el instante siguiente a que sonara el despertador.

La semana fluía lenta pero segura de su victoria. Un día tras otro, implacable en su avance sin posibilidad de retroceso. Martes: hay partido del Madrid. Miércoles: clase de baile otra vez. Jueves: hay que hacer la compra. Y no estaría mal ponerse a planchar. Como no lo haga pronto, un día de estos no le va a quedar ropa limpia que ponerse. Viernes: visita familiar. Por Dios, que llegue ya el sábado.
- ¿¡Es que no va a llegar nunca el sábado o qué!?

Viernes por la noche: peli.
- ¿Qué vemos?
- No sé, lo que tú quieras.

Llevaban solo cinco meses compartiendo piso pero el acople entre ellas había sido tán fácil que parecía que hubieran sido "roomies" toda la vida, mejor que dos hermanas. El apartamento era precioso, con mucha luz, y el barrio invitaba a encerrarse en la calle todo el rato: bares, restaurantes, cafeterías, un gran parque a la orilla del río por el que pasear (ojalá llegara pronto el buen tiempo!), el rastro los domingos, la latina a tiro de piedra, lavapies al lado...

- Me han pasado unas cuantas pelis esta mañana. A mí me apetece mucho ver Lo Imposible.
- Pffff... Me han dicho que es un poco hardcore. Yo prefiero ver Argo.
- ¿Esa de qué va?
- De política.
- Uf! Paso, paso.
- Bueeeeeno, veeeeeenga, pon Lo Imposible...
Siempre acababa cediendo. En realidad le daba bastante igual qué ver en la tele. Había estado cuatro años viviendo sola en un pisito antes de mudarse con su mejor amiga y se sentía tan bien con la compañía, tan a gusto, que lo demás le daba igual.

Según iba avanzando la película, iba notando aquel nudo haciéndose cada vez más y más grande. Sabía que estaba ahí, lo llevaba notando toda la semana, pero estaba segura de que en aquel momento estaba a punto de explotar. Un reencuentro por allí, una lagrimita por allá, un niño que se pierde entre los restos del tsunami, un papi que lo encuentra y lo abraza, el niño sonríe, la madre las pasa putas, su hijo que se porta como un valiente, un trozo de carne por allí, un quirófano por allá, una infección de caballo que casi se la lleva para el otro barrio.... Puto J.A. Bayona!! Fue terminar la peli y empezar a llorar sin remedio, todo uno.

Le escocían los ojos. Su piel estaba irratada como si llevara llorando un mes. Ya lo había notado durante la semana. Se echaba crema hidratante a diario y, sin embargo, tenía la piel de alrededor de los ojos casi al rojo vivo. Al principio pensó que sería algún tipo de reacción alérgica a algún alimento pero hacía mucho tiempo que no probaba la fruta ni nada que le diera alergia... Se pasó la semana echándose crema como si no hubiera un mañana y sintiendo el escozor correspondiente al ponerse en contacto la crema con la piel. Si duele es que se está curando, ¿no? Pues eso. Pero no era solo el escozor. Durante toda la semana había tenido los ojos pequeñitos, no era capaz de abrirlos del todo. Tenía los ojos pequeñitos y tristes, como después de haber llorado. Se llegó incluso a preguntar si no había estado llorando por las noches, dormida, y por eso se le habían irritado tanto los párpados... ¿Sería eso posible?

Después del berrinche, un vaso de leche y a la cama. Eran las dos de la madrugada. Mientras esperaba a quedarse dormida pensaba en lo absurdo de pasarlo mal por amor cuando hay cosas tan importantes en la vida como la propia vida, la propia supervivencia. ¡Hay que estar gilipollas! Se acabó. Si me quiere, aquí me tiene. Si no, que le den por culo. Que venga él a buscarme. ¿Pero qué es esto? Yo ya paso. Y se quedó dormida... La putada es que esa noche sí que soñó con él. Soñó con él  pero de verdad. Era la primera vez que soñaba con él.

Era la noche del concierto. Había mucha gente y poca luz. La música sonaba altísima y se miraban y sonreían al bailar. Como siempre, el resto de la gente había hecho bomba de humo y se había alejado "casualmente" dejándolos a solas. Joder, parecía que lo hacían a propósito... ¿o era cosa suya? Siempre había tenido la sensación de que él la buscaba todo el rato pero no se atrevía asegurar que fuera verdad o que su subconsciente le estuviera haciendo una jugarreta de las suyas... Ay, el subconsciente. Menudo hijo de la gran puta! Se acabó el concierto y todos iban caminando por la calle hasta el punto en que sus caminos se dividían. Eran las mil de la mañana y cada uno se iba a su casa. Dos besos, mañana hablamos, sí, ha sido genial, qué risa tía, vaya pedo... Entonces le toca el turno a él. Como siempre, se despiden con un breve abrazo y ella le pone la mano en la nuca como gesto de "intimidad-en-un-segundo" intentando darle entender que.... a ver si se pispa de que.... en fin, de que le gusta, coño! Entonces, inesperadamente, él la abraza con más fuerza de lo habiatual y le dice al oído algo así como "tía, eres genial; eres mi mejor amiga" y le mete la cabeza en el hueco del hombro y aspira con fuerza su olor como para llevárselo puesto. En ese momento, más inesperadamente todavía, él busca su boca hasta que la encuentra y se besan sin miedo pero temblando, los dos, delante de todo el mundo. Al principio silencio, luego incredulidad, más tarde aplausos y vítores. ¡Ya era hora, joder! - Gritan todos entre carcajadas y plas, plas, plas.

Se despertó al instante. Casi dio un brinco en la cama. Taquicardia. El corazón a toda hostia, pum-pum, pum-pum, inundaba con su latido toda la habitación.
- ¡Tiene cojones!
Respira hondo y cálmate. Solo ha sido un sueño.
- ¡Su puta madre!

Eran las ocho y media de la mañana del sábado. Pues qué bien; ahora va a volver a dormirse Rita la Cantaora. No sabía cuándo había sido la última vez que había sentido algo así por alguien pero sí sabía que durante los años de "sequía" se había autoconvencido de que ese era el fin, de que su vida sería ya siempre así y que, en el fondo, era guay.
- Sufrir por amor... ¡Venga hombre! Dejar de ser tú misma, dejar de hacer las cosas que quieres, no desarrollarte plenamente como persona, supeditar tu vida a la de otro... ¡Menudo atraso!
- El amor... sí claro, y qué más... Los Reyes Magos, ¿no? Jajajaja!
Etc, etc, etc...

Y así iban pasando las horas en la cama una soleada mañana de sábado.
- ¿Y qué hago yo ahora con esto, con este sentimiento? ¿Lo sepulto bajo un montón de tierra y me olvido o le doy alas y me tiro a la piscina?
La movida estaba en que ella no sabía qué sentía él. Y claro, así no se puede...

Taquicárdica perdida, al no haber sabido nada de él en toda la semana y viendo que se acercaba la hora del concierto y aún no sabía si él vendría seguro o no, le escribió el típico whastapp "from lost to the river".
- ¡Hola tronqui! ¿Qué tal?
- Hola. Bien, ¿y tú?
- Bien. Vistiéndome para salir a dar un voltio.
- Muy bien. Yo de cañas con amigos.
- Guay. Oye, ¿esta noche qué? Algunos se nos han caído del cartel pero el plan sigue adelante según lo esperado.
- Creo que yo también causo baja.
MAL.
- ¿Y eso? ¿Por qué? Vente aunque sea al previo y luego ya ves...
- Bueno, no sé, me lo pienso y luego te digo algo.
- Ok, tronx. Dicho queda. El caso es que el miércoles me voy de viaje y no voy a estar "disponible" en algo así como un mes. En fin, que me gustaría verte antes, vaya... Que muá!
BLANCO Y EN BOTELLA.....!?!?
- ¡Hostia! Sí, estaría guay. Pásalo bien.


- ¿¡ P E R D O N A !? "Estaría guay"!? "Pásalo bien"!? En qué quedamos!?!? Luego dicen que las tías estamos locas, no te jode!

Y el caso es que no le había sentado tan mal. Por lo menos ya podía "descansar" y tomárselo con calma. Vale, no viene, relax. Por eso aún entendía menos qué coño hacía el nudo aún encaramado a su garganta como un bebé koala con miedo a las alturas. Oooootra vez a llorar......!! Pues qué bien, qué finde más ameno. Eso de haber dejado de tomarse la píldora y de volver a tener "súper poderes femeninos" la estaba volviendo un poco loca. Sería eso, ¿no? Sería la píldora, ¿verdad? Porque si no, es que se estaba volviendo loca de verdad...

Decidió desvestirse. Estaba a punto de salir por la puerta para disfrutar del soleado sábado pero no pudo hacerlo. Pijama, manta y sofá. A ver qué hay en el YOMVI. Luego bajo al súper a por hielos y ginebra. El plan sigue según lo esperado. Esta noche concierto. No sé cómo lo voy a hacer para quitarme esta cara de pena y hacerme los ojos grandes pero esta noche salgo "por mis huevos".

- ¿Quién te dice a ti que esta noche no vas a conocer al hombre de tu vida?
- ¡Pues eso digo yo! Luego hablamos. Voy a hablar con estos a ver qué hay que comprar.
- Vale.
- No curres mucho!
- Vale! Jejeje...
- Un besito.
- Te quiero mucho.
- Y yo.

Apaga el móvil. Enciende el iPad. Suena Midlake mientras se incia el ordenador. Hacía mucho tiempo que quería, que necesitaba escribir. Era la ocasión perfecta. La casa para ella sola. Abre Blogger y empieza a escribir...