martes, 29 de diciembre de 2009

Exorcismo de fin de década


Érase una vez 1999... No, el disco de Love of Lesbian no, el año. En 1999 todo el mundo estaba cagado con las consecuencias que tendría el efecto 2000. Los ordenadores y máquinas se volverían locos, nos atacarían las tostadoras, los secadores nos quemarían el pelo, ¡¡la estación MIR caería en plenos Campos Elíseos!! Al final, como suele ser habitual, no pasó nada de nada.

Y aquí seguimos, 10 años después, más viejos, más cansados y más desencantados. Los vídeos musicales no mataron a las estrellas de la radio pero parece que la tecnología P2P sí que le está haciendo la 13-14 a las discográficas... Ojo! Que digo a las discográficas y no a la música!

Sigue habiendo guerras. Cayeron las Torres Gemelas. Ha muerto Michael Jackson. Todo sigue igual.

Bueno, yo no. Yo no sigo igual. Cuando tienes 19, 10 años arriba o abajo son un montón! 19 añitos..... Empezando a saber lo divertido que es hacer una carrera en todos los sentidos: horas interminables de botellines y mus, atracones a estudiar, viajes sin un duro en el bolsillo, noches sin fin, amores para toda la vida...

Luego vino lo mejor. Los 23, 24, 25 y 26... Los mejores años de mi vida y los peores. De eso se trata, ¿no?

Con los 27 llegó la responsabilidad, el reposo, la madurez, la experiencia, las arruguillas, las primeras canas... el curro, vaya. Y ahora, con 29, el control. La tranquilidad de poder hacer con mi vida lo que me dé la real gana. ¡Me parece un plan genial!

Solo dependo de mí misma para conseguir lo que quiero. ¡Menuda ventaja! Ahora siento que todo está a mi alcance. Tengo la sensación de que los próximos 10 años van a ser la bomba. No tengo proyectos a largo plazo, me marco metas cortitas, algo asequible y manejable. Este año, ¡vuelta a la radio y a Nueva York! Consevar lo que tengo, que no es poco, e ir consiguiendo pequeñas cositas más... Poquito a poco, sin prisa pero sin pausa...

Mi único deseo para el 2010 es que dentro de un año, cuando eche la vista atrás para hacer balance, no tenga que lamentar la pérdida de ninguno de vosotros. Espero seguir teniendo a mis amigos cerca porque ellos son mi energía para seguir riendo y soñando. Y espero tener a mi familia cerca porque ellos me hacen ser lo que soy.

En este año que termina he perdido a gente por el camino. No es que se hayan muerto ni nada, simplemente, se han desvanecido. Como polvo arrastrado por el viento. Nunca imaginé que los acontecimientos se desarrollaran así y ahora no puedo decir que no lo lamente pero tampoco me arrepiento de cómo he actuado a este respecto. La vida da vueltas, piruetas, mortales con doble tirabuzón hacia delante, pero siempre hacia delante. La gente viene y va. Estoy aprendiendo a dejar de mirar atrás.

Solo me queda desear una feliz década. Nos vemos en 2019. Sigan sonriendo, que esto aún no ha terminado.