viernes, 30 de marzo de 2012

Nada



Hace dos meses, más o menos, que todo empezó, aunque también se podría decir que todo acabó. Bueno, no todo, no la vida entera, pero casi. Aún no me hago a la idea del "casi". Me parece irreal que mi vida haya estado de verdad "en peligro". Cuando me lo dicen no me lo termino de creer. Es como si hablaran de otra persona o estuvieran exagerando como cuando se exageran los méritos de un hijo para quedar bien delante de los amigos en una competición macabra, la versión gore del "a ver quién la tiene más larga".

"Te podías haber muerto. Lo sabes, ¿verdad?" es el hit de la temporada. Y yo empecinada en que eso no va conmigo. Incluso me sonrojo... "Anda, no será para tanto...".

Y durante estos dos meses he reido y he llorado de lo lindo pero, sobre todo, he descubierto quién me quiere de verdad y quién se preocupa por mí, a quién le importo. Eso ya es algo, ¿no? Un hecho clarificador, algo en lo que apoyarme para seguir adelante.

También he cambiado. De hecho, he cambiado mucho. No sé si serán cambios definitivos o mecanismos de defensa circunstanciales para aguantar "la que está cayendo" pero el caso es que he cambiado mi habitual ansiedad mental/barra/hiperactividad física por un cómodo y ventajoso estado vegetativo que me permite llevar cuatro o cinco semanas en casa de mis padres sin tener ganas de "matarlos" a ellos o de "morirme" yo. Es más, estoy genial aquí. Es aún más, no me imagino estando en ningún otro lugar. Mi vida "vegetativa" se reduce a comer, dormir, leer, ver pelis, ver series, jugar al Apalabrados e ir a médicos varios y variados varias veces por semana, ¡y no estoy agobiada! No se me caen las paredes encima, no le doy vueltas a todo, no centrifugo, no requeteanalizo, no me aburro... Raro, ¿eh? Ni si quiera me preocupa no estar preocupada... Nada. Inactividad física y mental y aún nada. No sé de dónde sale esta "nada" pero bienvenida sea porque no sé si mi "auténtico yo" podría soportar lo que me está pasando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario